La piel cambia cuando envejecemos. A medida que pasan los años, nuestro cuerpo va perdiendo capacidad de regeneración, y esto se manifiesta también en nuestra piel. Con el tiempo, las células de nuestro cuerpo acumulan mutaciones y pierden la capacidad de dividirse y multiplicarse. En consecuencia, la piel se arruga, se mancha, se adelgaza y pierde su capacidad de regeneración. ¿Cuándo empiezan a manifestarse los primeros signos del envejecimiento? ¿Existe una edad a partir de la cual la piel empieza a envejecer? ¿Cuándo debemos empezar a cuidarnos? Damos las claves en este artículo.
Primeros signos de envejecimiento.
No existe una edad exacta a partir del cual la piel empieza a envejecer, pero en general comienza a envejecer a partir de los 25 años, cuando aparecen las primeras arrugas de expresión. A los 30 años tenemos las primeras manchas. Y a los 40 años, la flacidez se hace cada vez más evidente, y casi siempre a los 50 las arrugas se profundizan. Pero no todas las pieles envejecen igual, ni al mismo tiempo, y por ese motivo es necesario individualizar los tratamientos. Lo que, sí debemos tener siempre en cuenta, es la necesidad de cuidar nuestra piel desde el nacimiento para poder mantenerla sana a lo largo de los años.
Además, a medida que envejecemos, la piel se hace más delgada y los vasos sanguíneos se ven más. También puede aumentar el tamaño de nuestros poros.
¿Qué caracteriza una piel envejecida?
¿Hay algún aspecto que sea característico de la piel añosa? Todos conocemos los signos fundamentales que caracterizan una piel envejecida: la pérdida de flacidez, y la aparición de arrugas y manchas. Estos signos del envejecimiento suelen aparecer de manera sincrónica, pero en función del tipo de dermis de cada persona, van a predominar unos u otros. Es decir, hay a quien le aparecen antes las manchas, y hay a quien le aparecen antes las arrugas superficiales.
Con los años, también se reduce la capacidad de renovación de la epidermis, y esto se traduce en una piel más apagada, seca y poco luminosa. La piel de los bebés y de los niños suele ser tersa, fina, lisa y presenta un buen grado de hidratación. Por lo contrario, la piel envejecida suele ser más seca y áspera. Es habitual que, a medida que nos hacemos mayores, nos salgan más escamas y tengamos mayor sequedad.
Pero la única razón del envejecimiento no es sólo el paso del tiempo, sino que existen otras muchas razones.
¿Qué favorece el envejecimiento de nuestra dermis?
Todos nos preguntamos, si existe algún factor más a parte del paso de los años que llegue a influir en el envejecimiento de la piel. ¿Qué puede influir en el envejecimiento?
La piel está constantemente expuesta a agresiones externas y es uno de los órganos que más sufre con el paso del tiempo. Es nuestra capa más externa, por lo que recibe directamente los efectos del frío, el calor, el viento, la contaminación, y la radiación solar. De hecho, la radiación ultravioleta, la contaminación de las grandes ciudades, el humo del tabaco, el estrés, y la alimentación, son factores que también contribuyen al envejecimiento de nuestra piel.
Por ejemplo, el estrés y la alimentación tienen también un papel fundamental en el proceso de envejecer. En concreto, el estrés, mediante la liberación de cortisol, adrenalina y noradrenalina contribuye directamente en el envejecimiento de las células de nuestra piel.
• Los efectos del sol en la piel
Sin lugar a duda, la radiación ultravioleta es la causa que más influye en el envejecimiento del órgano más grande de nuestro cuerpo, y por este motivo es tan importante protegerse del sol si queremos prevenir el envejecimiento prematuro.
Las manchas que aparecen sobre nuestra piel son principalmente causadas por la luz solar, y su aparición contribuye al aspecto de una piel envejecida. Asimismo, la radiación ultravioleta también favorece la degradación de las fibras de colágeno y elastina, dando lugar a la flacidez y la pérdida de elasticidad de la piel. El uso de protección solar a diario es fundamental para frenar el envejecimiento prematuro de las células de nuestra piel, y, por este motivo, forma parte de las recomendaciones fundamentales que transmiten tanto dermatólogos como farmacéuticos.
• La alimentación, clave para una piel sana
Cada vez más sabemos cómo el consumo de azúcares libres y ultra procesados impacta sobre nuestros tejidos, degradando las fibras de colágeno y elastina de la dermis, y facilitando el envejecimiento prematuro de los tejidos. Una dieta sana y equilibrada es fundamental para tener una piel sana y joven. Por este motivo, para mantener una piel joven es importante por un lado evitar el consumo de alimentos ricos en azúcares libres y ultra procesados, y, por otro lado, aumentar el consumo de vegetales que aporten antioxidantes a nuestra piel.
Nuestra piel necesita que nos alimentemos correctamente. Asimismo, es fundamental hidratarse correctamente bebiendo una cantidad adecuada de agua a diario.
• Efectos del tabaco y el alcohol
El alcohol y el tabaco son perjudiciales también para la piel. Dejar de fumar no solamente reduce la probabilidad de desarrollar cáncer del pulmón; también es bueno para la piel, ya que el humo del tabaco impregna la superficie de la epidermis, y contribuye a su envejecimiento.
Por otro lado, las bebidas alcohólicas deshidratan la piel, dejándola más expuesta a posibles agresiones externas.